La pérdida auditiva conductiva es un tipo de deterioro auditivo causado por la interrupción de la conducción de las ondas sonoras en el oído externo o medio. En esta condición, el aparato de percepción del sonido — el oído interno (cóclea) y el nervio auditivo — permanece intacto.
El problema subyacente es una barrera mecánica a lo largo de la trayectoria del sonido. Como resultado, las vibraciones del sonido no pueden llegar eficazmente a los receptores sensoriales del oído interno y los sonidos se perciben apagados. En la mayoría de los casos, este tipo de pérdida auditiva es reversible y tratable.
La pérdida auditiva conductiva es causada por una patología de las estructuras encargadas de conducir y amplificar el sonido.
Los pacientes con pérdida auditiva conductiva generalmente refieren tener audición deteriorada y una sensación de congestión o presión en el oído. Un signo característico es una mejor percepción de la propia voz, que parece inusualmente fuerte.
El estándar de oro para el diagnóstico es la audiometría de tonos puros. El criterio diagnóstico clave en el audiograma es la presencia de un espacio aire-hueso. Esto es la diferencia entre los umbrales auditivos medidos por conducción aérea (con auriculares) y por conducción ósea (con un vibrador en el proceso mastoideo).
A diferencia de la pérdida auditiva neurosensorial, la forma conductiva a menudo se puede tratar con éxito. El tratamiento tiene como objetivo eliminar la causa subyacente: se elimina el tapón de cerumen, se trata la otitis de forma conservadora, se puede reparar la membrana timpánica (miringoplastia) o reconstruir la cadena osicular (osiculoplastia).
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