Una contusión es una lesión cerrada de los tejidos y órganos sin alteración significativa de la integridad de la piel, causada por un traumatismo contundente o una caída. Es uno de los tipos de traumatismo más comunes.
En una contusión, el daño primario ocurre en los tejidos subcutáneos. El impacto rompe pequeños vasos sanguíneos, lo que provoca una hemorragia y la formación de un hematoma (moretón). También pueden verse afectados el tejido subcutáneo, los músculos y el periostio.
Una contusión es resultado de la exposición directa a una fuerza contundente. Fisiopatológicamente, la sangre que escapa de los vasos dañados se infiltra en los tejidos, provocando edema y comprimiendo las terminaciones nerviosas, lo que produce dolor.
Debido a la descomposición bioquímica de la hemoglobina, el color de un hematoma cambia con el tiempo: inicialmente azul rojizo, luego se vuelve verdoso y, finalmente, amarillo.
Los principales signos clínicos de una contusión son dolor, hinchazón (edema), equimosis (hematoma) y deterioro funcional parcial en la parte del cuerpo afectada.
Los primeros auxilios para una contusión tienen como objetivo reducir el dolor, la hinchazón y el sangrado. Se basan en el principio conocido como RICE:
Es importante distinguir una contusión de lesiones más graves. Una deformidad grave, la incapacidad de soportar peso en la extremidad o una movilidad ósea anormal son signos de advertencia que requieren una evaluación médica inmediata para descartar una fractura.
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